Cada año, diversos rankings internacionales destacan las ciudades más sostenibles del mundo. Son clasificaciones que suelen tener en cuenta la calidad del aire, la gestión de residuos, el transporte público y la transición hacia energías renovables, si bien, a menudo, entran en juego aspectos como su evolución tecnológica, el uso de ciertas energías y otras políticas ambientales.
Europa lidera la mayoría de estas listas, aunque no son pocas las ciudades asiáticas y americanas que han competido por los primeros puestos. También nuestro país tiene numerosos proyectos verdes, con Valencia a la cabeza (Capital Verde Europea 2024) y proyectos de enorme impacto positivo, como el Smart Santander, el Global Green City de Vitoria-Gasteiz y otros muchos.
La preocupación clave persiste: ¿es suficiente para enfrentar los desafíos globales en el siglo XXI?
Europa a la cabeza de la sostenibilidad
Como es fácil de imaginar, no existe una clasificación oficial sobre ciudades más sostenibles (tampoco de las smart cities más smart, o los espacios verdes, más verdes), puesto que no hay unos criterios unificados (ni puede haberlos).
Según el ranking de Ciudades Sostenibles 2022-2024 de Arcadis, destacan ciudades europeas como Oslo, Estocolmo y Ámsterdam, junto a la capital japonesa, Tokio, o Seattle, primera ciudad en alcanzar la neutralidad en las emisiones de carbono en toda su industria eléctrica.
Las ciudades europeas muestran los esfuerzos de la mayoría de los países de mejorar la movilidad urbana, fomentar energías limpias y proteger su biodiversidad.
En Londres, por ejemplo, se ha potenciado una notable mejora en el transporte público (maximizando el uso de las energías renovables), pero sin una actualización suficiente de infraestructuras aún; Berlín también ha fomentado el uso del transporte público sobre el privado y espera alcanzar la neutralidad climática para 2050, mientras que Tokio, se ha apoyado en la IA y el Internet de las cosas para empezar a construir su «Sociedad 5.0» (con una notable brecha digital entre el campo y la ciudad aún).
Por otro lado, según el Global Destination Sustainability Index, Helsinki ha sido reconocida como el destino más sostenible del mundo, destacándose por su planificación urbana y el compromiso con la economía circular. Incluso ciudades más sostenibles españolas como Valencia, Madrid y Barcelona están mejorando sus políticas ambientales, aunque aún se encuentran lejos del liderazgo global.
Transición energética: hacia ciudades más sostenibles
En este sentido, entre las ciudades más destacadas a nivel mundial, encontramos:
- París, que planea construir edificios capaces de generar energía renovable y apostar por un perfil de ciudad contra el cambio climático
- Seattle, que es la primera ciudad de EEUU en alcanzar neutralidad en emisiones de carbono en la industria eléctrica y ha aprovechado sus ríos (Skagit y Pen Orielle) con este fin
- Oslo, donde se ha reestructurado su área metropolitana y apostado por el vehículo eléctrico y el biogás para el transporte público
- Estocolmo, que ha invertido en tecnologías de smart city para mejorar la vida de los ciudadanos, a la par que reduce la dependencia de energías fósiles
- San Francisco, que busca potenciar un transporte sostenible, basado en redes de bicicletas, viajes compartidos y sigue invirtiendo en transición energética
Sin embargo, son muchas otras aquellas que tienen proyectos a nivel internacional, como Nueva York, que planea que a menudo ha aparecido en prensa con el One NYC 2050 que planea reducir el 80 % de los gases efecto invernadero; Ámsterdam que ha diseñado modelos de economía circular para sus 800.000 ciudadanos o Singapur, que ha aprovechado la tecnología para mejorar el transporte y la calidad de vida de sus ciudadanos, a la par que construye grandes espacios verdes (jardines verticales) y se dirige hacia una mayor neutralidad en emisiones.
Una mirada crítica: ¿es suficiente?
A pesar de los avances, muchos expertos señalan que los rankings pueden ocultar la falta de acciones profundas. Por ejemplo, aunque las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) han proliferado en ciudades europeas, organizaciones ecologistas critican que estas áreas suelen ser demasiado pequeñas para generar un impacto significativo en la reducción de la contaminación.
De modo similar, a menudo, las clasificaciones mezclan mejoras medioambientales con sociales o tecnológicas, generando dudas sobre el fin último de las políticas, que deberían priorizar la mejora ambiental.
Además, el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030 está lejos de ser una realidad. Informes recientes advierten que muchas ciudades, a pesar de estar bien posicionadas en rankings, siguen enfrentando problemas estructurales como desigualdad social, dependencia de combustibles fósiles y urbanización no planificada.
A todo ello, se suma un punto básico: cada entorno requiere de un plan (y una inversión específica), las supermanzanas de Barcelona difícilmente podrán aplicarse en Manhattan (Nueva York), o la economía circular de los 800.000 habitantes de Ámsterdam puede ser compleja en el área metropolitana de Tokio, con 14 millones de habitantes.
Cambios… en el planeta
En cualquier caso, la sostenibilidad urbana no puede limitarse a medidas simbólicas o superficiales.
Para enfrentar los desafíos ambientales, las ciudades más sostenibles deben implementar políticas ambiciosas y transformadoras. Esto incluye invertir en infraestructura verde, promover la movilidad eléctrica y fortalecer la participación ciudadana en la toma de decisiones.
Los gobiernos locales deben priorizar la inclusión social, garantizando que las políticas de sostenibilidad también beneficien a las comunidades más vulnerables: este punto, a menudo, se vuelve difícil cuando el acceso a ciertas tecnologías sigue lejos de democratizarse.
Los planes (reales) de terraformar el planeta, que todavía pueden parecer ciencia-ficción, son ya una realidad, pero deben serlo teniendo presente las necesidades actuales, no futuras.
Por descontado, desde Capmar, consideramos que es muy alentador ver cómo cada vez más ciudades europeas lideran los rankings de sostenibilidad, pero también es básico reconocer las limitaciones actuales frente a estos avances, que pocas veces tienen en cuenta un tiempo realista (por ejemplo, China espera ser neutral en carbono para 2060; muchos países occidentales, han puesto una meta en 2050) ni políticas de apoyo mutuo frente a un problema global.
El verdadero desafío está en implementar soluciones que aborden las necesidades reales del planeta y de sus habitantes. La sostenibilidad no debe ser solo un objetivo aspiracional, sino una prioridad tangible en la construcción de un futuro más justo y sostenible para todos, ¿no crees?